Die die DIE my love

Un sin sentido puede remontarte a muchos momentos que quieres olvidar, pero el pasado es algo que vá contigo a todos lados quieras o no. Nacimos en un mundo donde núnca se debe perder la guardia porque al minimo descuido te voltea de una forma que ni puedes imaginar. Esas lágrimas que corren por tu mejilla son frentes de guerra, un mudo lenguaje que con una simple gota dice tantas cosas profundas, son aquellas cosas que solo ellas pueden reflejar lo que sucede en tu interior. Si algo sale mal, si algo no sale como lo planeaste es algo que nos ayuda a compender que no todo es perfecto, que no todo es tal como lo deseamos o imaginamos. La soledad es buena hasta cierto punto pero también puede llegar a doler. Callar esos gritos que guarda tu corazón, encerrar esas ganas de gritar todo lo que uno siente, cortar las alas, dejar volar muchas cosas que no puedes retener, negar un sentimiento que sí existe o quizá amar a destiempo, eso siempre son golpes que lastiman mucho. Obligarte a tí mismo a morir por algo que no tiene sentido no es algo más que una acción mazoquista que el único que sale herido es un pobre musculo, un pobre organo vital que te mantiene vivo, tu corazón. No hay razones que nos hagan sentír mejor, muchas veces son pensamientos conformistas que con el tiempo nos hacen olvidaro quizá son pretextos que son plasebos para que no duela tanto el paso del tiempo. Pero esas lágrimas que se reflejan con un día de lluvia, que cada gota derramada, cada respiro ahogado, cada caida por no poder mantenerte de pié, te enseñen a vivir porque este mundo es para los valientes, los que juegan su vida por algo que se ama con locura. Doy gracias a todos esos golpes por ayudarme a crecer, doy gracias a todas esas lágrimas por enseñarme a madurar, doy gracias a cada gota de sangre derramada por enseñarme que no tiene sentido lastimarme aún más, doy gracias por estar viviendo esta vida que solo es un prestamo y que hay que tratar de vivirla lo mejor posible, porque somos simples marionetas de un destino insierto, de aquel titiritero que muy pocos o nadie le conoce la cara.