jueves, 5 de marzo de 2015
Llega un momento en la vida
en donde las responsabilidades son muchas, donde se deja de ser una niña para
empezar a ser una mujer, donde el stress se apodera de tu mente, donde muchas
cosas rondan en tu cabeza sin que te des cuenta, y es ahí donde muchas veces se
llega al colapso. Me siento en esa situación y solamente quiero relajar mi
mente, volver a mi lugar zen. Ser la propia geisha de mi interior, satisfacer
mis necesidades, acudir a mis caprichos, complacerme, esforzarme para llegar a
ser quien realmente quiero, y sobre todas las cosas, poner disciplina para que
eso suceda. Tomarme las cosas con un poco menos de seriedad y disfrutar esos
pequeños momentos que me da la vida. Amo profundamente mi ser y poder haber
llegado hasta este lugar sin traicionarme, quizá... un poco me desvié de mi
camino, pero ¿Quién no lo hizo? Ese es el camino de la vida, el de prueba y
error constante. Siento que en esta etapa de mi vida, debería enfocarme mas en
ciertos aspectos, y no tanto en los que quizá nublan mi vista, tener esa
delicadeza y esa fortaleza característica de las geishas, el servicio, la
voluntad, las ganas, pero sobre todas las cosas, la belleza infinita de un ser,
no solo estético sino espiritual, empezar a borrar todas las manchas negras de
a poco, recuperar mi camino de fe y de paz interior, excavar en lo mas profundo
de mi mente y espíritu para recobrar las ganas de ser ese humano, ese
maravilloso ser de luz que en algún momento pude ser. Amarme a mi misma y
también amar a los demás, servir y servirme como ser de luz, como ser
espiritual, alinear mis chakras, convivir con el karma, y sobre todas las
cosas... ser el ying ideal de mi yang, ese yang que tanto amo, esa noche que
complementa mi día, ese amor que complementa mis angustias, apoyarme en el, en
mi complemento espiritual, en todo lo que me reconforta, el lugar donde puedo
descansar sin miedo, donde escuchar sus latidos mientras duermo puede hacerme
elevar al nirvana sin otra dificultad, ese ser de luz que logro sacarme del
peor lugar donde puede estar una persona, y a pesar de todo el mal que pude
hacerle en algún momento, sigue firme a mi lado, sigue complementando mi
espíritu y haciéndome sentir afortunada. El, mi emperador, y yo, su infinita
geisha. Contemplar las flores de cerezo en las épocas de primavera, caminar por
festivales, entregarle diariamente el amor que siento por el. El emperador de
mi corazón, del alma que llevo conmigo, el hilo rojo de mi destino siempre
estuvo atado a el, ese hilo mítico que en realidad existe. Pasamos por tantos hilos
que eran falsos, por tantas madejas que nos enredaron, pero al final, pudimos
unirnos al final del camino y no separarnos. Nunca se cortó. nunca se enrredó y
es el día de hoy que puedo dar fe que la realidad es esta. Debo relajarme,
estar mas cerca de mi emperador, convertime en la geisha de sus sueños, en la
geisha que yo, realmente quiero ser. Felicidad
Suscribirse a:
Entradas (Atom)